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Por Víctor Hugo Díaz
Santiago, Chile, agosto de 2014
Recuerdo haber oído una vez al gran poeta chileno Gonzalo Millán, decir “el don en poesía es lograr que no se te vea la tinta al leer el poema”. Es decir, sobrepasar ese filtro encarnado en la letra, cuando lo que importa es la intensidad, el misterio de lo cotidiano, la experiencia vital y la lupa subjetiva.
Otra posibilidad o mirada, es abordar el “género” poético, como un nicho o profesionalismo de las teclas, como una decisión racional, decisión de escritura, un plan productivo centrado en lo “textual” y en una búsqueda experimental de originalidad.
Quisiera comenzar dejando claro que a mi parecer; tocando con los ojos, profundizando en lo superficial, yendo al hueso y a la piel e intuyendo a través del microscopio; se trata en estos tiempos tanto de un “don” como de un Gen. Ese Gen, ese virus, significante que está sin duda presente en estas tres poetas mexicanas, ese virus (1) que se inocula o contagia por vía poética al lector.
La poesía escrita por mujeres en México y en toda América, es una fuerza creativa importante y presente desde siempre en la literatura, pero silenciada por épocas, mediante estrategias de ocultamiento. De forma autónoma, hoy la poesía femenina se ha consolidado y adquirido visibilidad cultural desde sus propios espacios creados.
Como ejemplo sólido desde la primera mirada o lupa subjetiva, intentaré visualizar eso inasible de las cosas sucediendo en estos tres libros de poesía (2): Material peligroso de Gabriela Cantú, Apuntes de viaje de Isolda Dosamantes y Los días heridos de Leticia Luna.
Tres miradas, tres voces que hablan claro desde lo femenino, en su diversidad, pero de modo universal, privado y público, no desde una plataforma sistémica, desde la cual generalmente, los resultados no guardan relación o cercanía a lo erótico liberador, lo experiencial y lo estético; como si se tratara de cualquier otro discurso de poder, “ismo” o militancia. En otras palabras, estas poetas no basan o engendran su escritura en discursos o definiciones acotadas, previas a su poesía (G. Deleuze: La poesía no tiene anterioridad).
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