Lectura poética en la “Fiesta de Voces”



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HOY EN LA GALERÍA CASA DE LA NUBE

Isolda Dosamantes dijo que el público podrá escuchar en el evento, una amplia gama de textos poéticos. / El Sol de Tlaxcala
MIGDALIA CARRO

Con el objetivo de celebrar el Día del Amor y la Amistad, la Galería Casa de la Nube organizó por sexta ocasión la lectura de poemas “Fiesta de Voces”, coordinada por las escritoras Alba Tzuyuki Flores Romero e Isolda Dosamantes, directora del recinto.

“Se reunirán voces de diferentes generaciones para cantarle, a través de sus poemas, al amor y al erotismo”, dijo Dosamantes.

El evento contará con la participación de los poetas Marti Lelis (narrador y catedrático de la Universidad Autónoma de Tlaxcala), Deyanira Mendieta (poeta y especialista en literatura mexicana), Javier Bautista (ganador del Premio Tlaxcala de Literatura en la disciplina de Poesía).

Asimismo estarán presentes los poetas y escritores Adrián Mendieta Moctezuma, Ángeles Neztahualcóyotl, Alberto Flores, Irlanda Durán, Raúl Lozada, Minerva Aguilar Temoltzin, Martínez Hernández, Citlalli Flores y Alejandro Ipatzi, quienes ofrecerán al público sus aportaciones líricas.


Isolda y Polos Audiovisuales



Foto de Ariadna Chavez.


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  • Leyendas

Alfonso López García dirige al equipo que conformó con José Enrique Morales e Isolda Dosamantes; en su documental abarcaron dos leyendas del municipio de Terrenate: mariposas blancas y “el segundo caso es una historia un poco extraña, es sobre un padre que confiesa almas para que estén en paz”, dijo.
El interés de López García en abarcar este tema nace de la tradición de contar historias en su familia, “de haber tenido con más tiempo me hubiera gustado compartir más leyendas todavía”, comentó.
Explicó que su propósito es re-insertar las leyendas en este tiempo para que las nuevas generaciones las conozcan y difundan.
..."  Migdalia Carro en:  https://www.elsoldetlaxcala.com.mx/cultura/programa-de-red-nacional-de-polos-audiovisuales-891262.html


¿Seguridad en Tlaxcala?

Estaba muy contenta hace unas horas, me nombraron embajadora de México del español:

Sí me pone muy contenta poder seguir promoviendo nuestra lengua entre los hispanohablantes y gente interesada en el español. Sin embargo la realidad de mi país, y de mi estado me devuelve a una sordidez terrible. La inseguridad.

La última semana han aparecido en el estado, que durante años se presumía de tranquilo, un muerto diario, asesinados, quemados, mujeres cercenadas, mutiladas, violadas. Robos a casa habitación, hurtos pequeños en diciembre (mi celular y una pequeña cámara), amigos que sufrieron en los últimos años robos en sus casas, funcionarios que, incluso viviendo en unidades con vigilancia, han encontrad sus casa prácticamente vacías después de un fin de semana. 

Tlaxcala es un estado cada vez más inseguro, quizá por eso me pareció casi una burla cuando me preguntaron que pensaba de que se viniera la Secretaría de Cultura a Tlaxcala, y solo atiné a pensar en la burocracia. La burocracia entendida como los servidores públicos que se dedican al papeleo para lograr proporcionar un servicio, en este caso cultural; sin embargo lo que hace falta es la voluntad comunitaria, el incentivo que quizá solo se logre con educación, con posibilidad de un empleo que permita a los ciudadanos vivir con dignidad, con la posibilidad de tiempo libre para poder disfrutar del arte, el deporte y la vida familiar. Estamos muy distantes de ello. La inseguridad nos alcanza, cada día más de cerca.

El sábado platicábamos en el taller A partir de lo breve... de Marti Lelis sobre la inseguridad, los asesinatos de la semana y esa ola de robos y nerviosismo colectivo que se viene deslizando en las diversas comunidades, en las escuelas, en las fábricas, en la calle, esa ola que no te permite fiarte del de enfrente. Hoy nos tocó de cerca. Han robado el coche de mi madre, estacionado a espaldas del palacio de gobierno, en pleno centro de la antigua tranquila y pacífica ciudad de Tlaxcala.

Presentación del libro Fulgor de alimentos


Una tarde deliciosa en que brilló la poesía de Citlalli H. Xochiiotzin, todos los participantes en la mesa nos fuero dejando una parte del brillo de la poeta. Jazmín Zárate por su parte nos hablo de la trayectoria de la escritora y nos mostró analíticamente los diversos momentos del libro, su estructura, sus figuras retóricas.

Imagen relacionadaPor su lado Carlos Blázquez nos mostró los diversos rostros de las voces poéticas de Citlalli, nos reseñó parte de las vivencias que han transcurrido con sus versos, con los premios y las historias que se entrelazan con la vida de los poetas y las familias.          
Miraceti Jiménez, nos contó su experiencia como editora, , el porqué eligió un color para el libro, pues el color que tiene, es parte de algo muy importante para la autora, la tierra, además se habló de la importancia de la pintura abstracta del maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin, de los versos y sensibilidad de la escritora.

Es importante mencionar que el libro como objeto, muestra el trabajo y dedicación de la editora, y un estética verdaderamente exquisita, donde disfrutas desde la portada, la pasta dura, las solapas, las cajas, la tipografía.



Y Porfirio Hernández, nos adentró a las emociones que Fulgor de alimentos nos muestra en sus letras, además nos hablo de una época de talleres con David Huerta y un grupo de poetas que tenía la oportunidad de asistir a ellos en diferentes ciudades de nuestro país.



De izquierda a derecha: Isolda Dosamantes, Porfirio Hernández, Isabel Fenelón y Citlalli H. Xochitiotzin, 1 de febrero de 2018.



En Siempre: Después del hambre por Carlos Santibáñez Andonegui

En Siempre: Después del hambre por Carlos Santibáñez Andonegui


Tomado de: http://www.siempre.mx/2018/01/despues-del-hambre/
 Después del hambre
En su poemario Después del hambre, Isolda Dosamantes refiere al frío de un pasado revolucionario que ha quedado pendiente en nuestras vidas, en la mayoría de los países latinoamericanos. Muy bueno haberlo leído al límite del año, así como “abrazarse a la tierra cuando las luciérnagas dibujan vehementes la orilla de los cafetales”,  como fundirse en paisaje de luces diminutas y ver en la poesía ese “viaje a toda hora”, que ve Isolda Dosamantes y que le mereció a ella el primer lugar del Premio “Hacia Ítaca 2017”.
Ha publicado, entre otras, Apuntes de Viaje (Praxis, 2012), Un grito en el arca (tesis de maestría,  Casa Lamm, 2010), Paisaje sobre la seda (México, Versodestierro, 2008), Altura Lustral(Fundación Navachiste, Sinaloa, 2000) y Utopías de olvido (Conaculta, Tlaxcala, 1997).
Leer esta poesía es casi como correr, boleto en mano, al último tren. Vemos a la abuela que dice: “Acércate mi niña para tocar tu frente”,  impregnando a su nieta con los mitos más hondos de una revolución que si bien llegó al fondo, a muchos de nosotros no nos ha tocado todavía, en este país que ha perdido el sentido de aquel primer artículo 27 constitucional, el concepto ya romántico de la así llamada propiedad originaria.
La abuela que procura: “ya se acerca mi muerte, toma mi virgencita, nunca dejes tu casa”, y que trata de hacer un fruto de fraguado en su querida niña a quien repone: “Forja tu danza”. Lejos estaba aquella generación de imaginar la tortura del casino incendiado en medio del dolo, que en su infame sabor a humo y corrupción ha infestado vilmente al México de más recientes momentos.
A la Adelita encomienda su profesión de fe: “Cada hilo de agua es una mujer”, buscando pronunciar la voz de las que no tienen voz, mujeres que no esperan ya ser redimidas en esta América hundida por las garras de la voracidad, y extiende así su poesía como un empeño para que “la voz no diluya su cantar entre la bruma”. Esa mujer que acaso va a quedar en la frontera “ante el disparo de la migra”, esa mujer cuyo origen se remonta al de todas las preguntas primigenias que la desconsolada humanidad se hace y se repite cada vez que los peces mueren en la red.
Pero también, esa mujer que es todas las mujeres, cuyos brazos al momento de ser madre, se consumen al sol en el intento de nombrar. Y esto sólo basta para sentir a la poesía como ese “Manojo de suaves palabras”, para entender cómo se reza el amor en la morada de las letras, al subir por los hombros del amante, desde la libertad de los primeros tiempos hasta la soledad compartida en reclusión al amparo de una evocación doliente: “Santa Martha”, y concretamente un “Cubículo 13” donde la noche se va cerrando y la poeta busca “algo de qué colgarse: una sonrisa”. Ejemplo de poesía que no se pierde sino al contrario, como las buenas bestias, se crece ante el castigo, llegando a concretar el honor de declararle al amado: “Sueño que despierta/ soy/ y te pronuncio”.
La luz de la poesía en Isolda Dosamantes es luz de rincón soleado, y su linaje es de los custodios del alba. En “Carta de Confesión 2008”, dedicada al poeta Gabriel Cruz Mayorga, lanza una diatriba a la indiferencia de los tiempos que corren, en los que nadie se interesa por profundizar; el mundo se dirige a ciencia cierta al ojo del huracán, al furor de la verdadera guerra en donde nadie sabe para quién pelea, pero en medio del humo de las armas, la poesía lamenta la muerte de inocentes.
Poesía para remendarse uno, para zurcirse y creer nuevamente en la humanidad, cuando se enciende la llama de ayer, y sentimos que se nos han quitado las pieles de cordero y echamos a correr, “a correr que te alcanzan”, y nuestra piel en el recuerdo, se vuelve presencia, y es la ciudad un crepitar de piel para vivirse.
Hay ahí una poeta: Isolda, quien cuenta la traición que la alcanzó: El recuerdo del amante el candor que enmudeció al descubrir la traición y que el mundo tenía que continuar porque todo, absolutamente todo, era parte del viaje. El recuerdo del amante la estremece, vuelve como el remolino que acapara a su víctima: “el fulgor de tus ojos desnudándome/ y la certeza del nosotros/ nos lleva hacia tu hoguera”.
Ya en la “Noche de luna”, desde el silencio brotan al exterior las palabras, y la poeta escribe “con el sueño en la mano”, ante el recuerdo de la voz-caricia, en el agudísimo tono del te quiero. Es desde este atajarse en los rincones del alba, que busca reafirmar su fe en la humanidad, y desde ahí saberse, sufrirse, merecerse: “tengo que ser un ave”, se dice, antes que los tambores de la verdad, toquen ante sus ojos y oídos el estruendo del envenenamiento definitivo.
Poesía para recordarnos este Año Nuevo que si vivir es arreglárnoslas con estas tres cuartas partes de agua que somos cada uno en nuestro cuerpo, “verla una vez es verla siempre”, y si la reencontramos al sabor de la sed, con Isolda, la poeta, fluye, danza sola, “danza de letra en voz a través de los siglos”, cada año que empieza y que concluye podemos repetirnos: el agua es piel, tiene memoria.
Isolda Dosamantes, Después del hambre. Lágrimas de Circe, Mar del Plata, Argentina, 2017. Distribuye: http://lagrimasdecirce.com