Adelita, le tengo rabia al silencio de Isolda Dosamantes
Adelita, le tengo rabia al silencio.
I
Cada hilo de agua es una mujer
la vemos con su vientre habitado,
con sus ojos nostalgia junto
y sus canas llenas de sabiduría,
la vemos en la tarde en que la lluvia
le muestra de cara el desempleo
en la mañana de la muerte
la
guerra
las lágrimas de un niño.
Fluye su voz a la hora de ser madre
en
la caricia que derrama sobre su árbol
y
cuando amasa las tortillas
fluye
como luz hasta quedar exhausta.
Sus brazos descansan en la tierra,
borbotean
se
consumen al sol
en el intento de nombrar
busca en la aureola de sus senos
en su vientre poblado de caricias
en la lengua del hombre
busca en las letras la palabra
la voz que no diluya su cantar
entre la bruma.
II
La mujer es agua danza por la tierra
de gota en gota desvanece sombras
destruye el cerco que la viste
los pliegues de su falda
tocan la extremidad del viento
luego los hilos cantan
siempre de gota en gota.
III
Así de letra en letra
aparece danzando el huapango de la
noche
gira en medio de la guerra
con el aroma en la punta de la voz
con el rezo que nace de la pólvora
con el vestido negro a los
dieciocho
aparece cantando la violencia
la mano en puño con la cuentas
de barro, aroma a rosas con sus
cruces
lapislázuli en cuello,
lazo de suicidio en la escalera
los estudios son tizón bajo el
comal
el mismo de la olla de frijoles
el de sabor a hogar que encendió la
abuela.
En su murmullo cocina la clase de
mañana
teje el arroz lo e
s t i r a para el hambre
se cubre con el tizne de la olla
vende sus letras su sonrisa
su tiempo al tiempo de los otros
a veces vende su cuerpo o lo
regala.
IV
El agua no está sola
se
cubre de sombras, se protege
porque la luna le grita por las
noches
palabras de luz que deletrea:
es muro que viste al otro muro
ella fluye en los brazos de
otras aguas
ella es él
somos río
con aguas agitadas
que
buscan transparencia.
Es fluidez que nace de sus ecos
es río en combate
se derrama en transparencia.
V
La turbulencia nace con preguntas
primigenias
en la pendiente de los cerros
cuando los peces se mueren en la red
en la frontera ante el disparo de
la migra
en el asalto a la mitad de la calle
de su casa
en la jornada triple en el ensamble
en la mentira del periódico
en la huella de un dedo democrático
en el sueño perdido entre fantasmas
en la espuma usurpada de caricias
por
las orillas de las sombras.
La turbulencia es huella
chubasco de poro en poro.
VI
El agua es piel tiene memoria
de poro en poro
resbalan por su vientre
los paisajes
parpadean el grito de un lamento
se
desdoblan
se
funden
son
recuerdo
crecen en el aroma de la tarde.
Su piel vértigo
es una flecha
atraviesa su garganta.
VII
Fluye
danza de letra
en voz
a través de los siglos
canta
el rosario
alegre del comal
el de las
cuentas negras del combate
busca a sus
peces atrapados
grita
el grafiti de
Colombia,
el charco de
sangre en la Huasteca,
las calles de
Oaxaca
grita una mujer
llamada Tierra
se escucha su
eco
en el desierto
de Chihuahua.
El agua danza sola
ellos
desaparecen.
Manchas de sangre en las ventanas
se tiñe de rojo el cielo
reflejo de sus muertos.
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