Isolda, regresó a los pasillos de su antigua escuela primaria, la madre Esperanza, directora general desde aquellas épocas la recibió sonriente y de pronto ella supo que su corazón crecía, sintió mucha paz y se la inundó la nostalgia, recordó los rosales que cuidaba la madre Sister y la recodo a ella santiguándose. Se enteró con detalle de su muerte, supo de la parafina que le salto al cuello de un material flamable y duro, la pobre madre murió en medio del dolor y tras una extensa agonía. Es triste que se haya ido, triste que una mujer que entregó su vida a la infancia, a sus alumnos haya tenido un trágico final.
No todo fue tristezas, me encantó tratarles de transmitir a los jóvenes el amor por las letras, la pasión que genera hacer lo que te gusta y trabajar en lo que te gusta, trate de decirles que los sueños se persiguen. Y de pronto uno los alcanza y que no hay que dejarlos aunque la vida te ponga tentaciones y que aveces te las pone. También fui muy feliz de ver a mi amiga Gabi, ella era de aquellas que subían el cerro conmigo y hacíamos travesuras, correábamos negritos, jugábamos a la escuelita, inventábamos fiestas. Vivíamos en una cuadra llena de piedras y amigos, allí también llegaban Alma Rosa, una niña morenita muy aplicada, y que practicaba conmigo las tablas y además era mi vecina. La recuerdo colgando de la barda.
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