En Apuntes de viaje, el manejo del lenguaje y el ritmo es cuidadoso y preciso, producto de un arduo trabajo. En el libro domina un tono sencillo, articulado siempre en un punto de vista que da distintos significados a los objetos, a los lugares o a las acciones y comunica esa experiencia de manera lúcida. La seriación de los poemas influye sobre la reacción final, da una fuerza emocional capaz de intensificar la relación, en términos vivenciales, texto-lector: no cae en la mera confesión autobiográfica; la poeta logra imágenes contundentes. En los poemas se percibe una combinación de ritmos, coincidentes con los cambios de escenarios y la realidad circundante que a veces se aletargan en metáforas que guardan implicaciones eróticas; otras, en momentos explosivos que transcriben fieles la emoción de una situación interior que se exterioriza mediante una visión iluminadora. El poemario refleja el deseo de aprisionar el tiempo dentro de una geografía espacial que acierta a evocarlo en su eterna contradicción: conocer de antemano la imposibilidad de aprehenderlo y aun así plasmarlo en un fondo de temporalidades que se filtran en los poemas y que trascienden la futilidad cotidiana, su fugaz movimiento. |
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