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A nosotros que somos testigos de la violencia Ayotzinapa


Cuando aparece el sol de las doce del día

todo parece ir en paz
un segundo después aparece la sombra
esa que nos viene persiguiendo a los mexicanos
rasgando la piel de madres
de mujeres que se han ido quedando solas
de mujeres destrozados sus cuerpos 
de mujeres y hombres
de corazón que se va rompiendo en la mano del sueño
ya todos puede decir nada porque un puño lo arranca de la boca 
se lleva el aire con las palabras 
a un rincón de silencios
a una barranca donde se hunden las vocales
los seres mexicanos van teniendo menos plusvalía, 
ya nadie habla de las muertas de Juárez, de los niños ABC, del casino
el silencio lo guarda todo en su caja enorme de viento
el silencio es amigo de la sombra que nos va cubriendo
recemos por los jóvenes que han muerto
por los que andan perdidos sus cuerpos
recemos porque los gritos de justicia ya no son suficientes
una oración por ellos le pedimos a los que todavía creen 
a los que sus dioses están ahí para el consuelo
a la tierra le pedimos justicia, al aire, al agua, al fuego,
le pedimos a la sombra que nos deje ver la luz
iluminemos nuestra luz
con los colores del alba, con el de la paz o el brillo en la voz
ya no podemos callarnos
es una herida que se va abriendo
y se abre
y se abre
hasta llegar a esa lágrima que no cede
y no accederá por el miedo
ah qué gran miedo que silencia la boca
que silencia los corazones del hombre
una canica
dos canicas
una cabeza
cuántas cabezas jugarán chiras pelas
cuántas apuesta joven, dígame.
Cuántas sombras tiene su sombra, 
cuántas lágrimas la lluvia que no cesa.
En medio de tanta sangre amanece
salen los niños a la escuela
sin saber si habrá un mañana color verde.